SOBRE ENSEÑAR A LEER Y ESCRIBIR
Enseñar a leer y escribir, así como a utilizar las nociones básicas de la Matemática, suele ser visto como una tarea sencilla, pero en realidad es un desafío muy grande.
Una parte de ese desafío es atender las particularidades que los propios alumnos y alumnas traen a su proceso de aprendizaje, incluyendo su diversidad social, cultural, actitudinal, y las diferencias en el punto de partida para su aprendizaje. Pero a pesar de esta diversidad, lograr estos aprendizajes esperados depende de ciertas regularidades en los procesos cognitivos de todo niño y niña, que han sido objeto de estudio y reflexión teórica. Acercarse a esta reflexión teórica permite fundamentar las prácticas de enseñanza y contar con criterios para evaluar su eficacia.
Debemos considerar entonces que todos los niños que ingresan a la escuela poseen cierto conocimiento de la lectoescritura, por ejemplo; existen niños cuyos padres le han leído cada noche algún cuento o historieta, han respondido sus preguntas acerca de la historia que les leyeron o de características del lenguaje escrito; por lo tanto, estos niños tienen acumuladas varias horas de lectura.
Si sus padres son de los que no les dedican tiempo, no importa, en alguna ocasión habrán ido al parque o al mercado y han observado letreros, anuncios en la calle, logotipos en los establecimientos, en las envolturas de los productos o anuncios en la televisión distinguiendo sus productos favoritos.
Para poder guiar a un niño en la adquisición del proceso de la lectoescritura no debemos pasar por alto sus experiencias, sino, mas bien partir de ellas para seguir su proceso, mejorando su desempeño y motivando el interés de éste para continuar sus conocimientos y así desarrollar sus competencias comunicativas.